La Semana Santa es, para los desentendidos o seres que no residan en el planeta Tierra, la última semana de la Cuaresma y en ella las personas de la fe adecuada conmemoran a la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo.
Por razones que ya he dejado claras, yo no la celebro pero la unión entre la Fe y el Estado es tal que este año ha quedado como no laborable. Para mí, la declaración pasa sin pena ni gloria porque como desempleada de la República que soy, no tengo nada de lo cual tomar vacaciones. De una manera u otra, significa que mis seres emocionalmente cercanos que se encuentren empleados tienen más tiempo para darme la atención que requiero para subsistir.
Se supone que sería un tiempo agradable, donde yo estaría pasando más rato con ellos y compartiendo. Pero sí y pero no a la vez, porque...
Porque esta Semana Santa se ha vuelto un drama total. De un día para otro mi vida se ha vuelto el equivalente de desactivar el AdBlock del explorador y abrir, yo que sé, PornHub.
Me rebotan dramas y problemas ajenos de la nada como pop-ups y penes lo harían en mi pantalla antes de dejarme tremendo virus rondando por allí. Yo dudo que tenga relación alguna con la luna llena o el eclipse que tendremos la noche de este 23 de marzo pero, conociendo mi suerte, es probable que los planetas de hayan alineado para que todo el mundo perdiera la cabeza al mismo tiempo. Incluyéndome.
Que vuestro Señor se apiada de nuestras almas, porque esta semana no lo hará.
0 comentarios:
Publicar un comentario