viernes, 30 de septiembre de 2016

Gruño, gruño, gruño

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Ustedes saben que me gustó Zootopia, que me encantó Zootopia y que si no la has visto, deberías.

No por ello he de negar que tiene sus problemas y, como con todo en la vida, al echarle más cabeza de la necesaria a la premisa, ésta pierde la fuerza con la que nos atrapa.

Primero que todo, vuelvo a elogiar su manejo de la moraleja y le repito que sigue siendo una muy buena película digna de repetir pero vayamos al grano. Segundo, la razón por la cual no mencioné esto en mi recomendación es que la problemática que les traigo es una que sufren varias obras en los diferentes medios del entretenimiento cada vez que abordan el tema de un ángulo "especial"

El racismo, el sexismo, la homofobia... El denigrar a alguien por ser diferente es malo, no hay discusión y ya deberíamos haber pasado esa mentalidad antes de entrar a primaria. Ahora, cuando los visionarios quieren exponerlo con alegorías, a veces se pasan de la raya, hacen un cruce a la derecha y arrancan el freno de mano para lanzarlo por la ventana.

Específicamente, me refiero al tema de segregar a los predadores de la presa. Tu color de piel, género u orientación sexual dependen solamente de ti y que te encuentres en X o Y postura en cuanto a cualquiera no me afecta. En cambio, tú como predador es algo que depende de alimentarte de, digamos, mí como presa (o viceversa si volteamos los roles) y así es como mi vida queda indiscutiblemente en riesgo.

Otro caso mucho menos popular lo encontramos en la serie de videojuegos de BioWare: Dragon Age. Siendo Dragon Age del género fantástico, no sorprende que haya magia y con dicha magia vienen aquellos capaces de utilizarla, los magos. No todos los seres de la serie son magos y la magia, por sí sola, es volátil y ha causado más de un traspié a aquel mundo en general. Es peligrosa, en pocas palabras, y uno de los temas recurrentes es encontrar qué carajo hacer con los magos para que vivan (o no) sin morir en el proceso.

En ambos casos, la mera existencia de Grupo A (predadores y magos) es una amenaza para Grupo B (presa, gente no mágica), por ello la posición de vivir y dejar vivir traería consecuencias negativas en tales universos a diferencia de las que debería traer aquí, en nuestro bello y hermoso plano existencial.

El problema, entonces, recae en que las bellas y hermosas mentes contemporáneas acuden a excusas con argumentos razonables para ejemplificar los temas ya mencionados que causan la respuesta que causan en la actualidad por los argumentos ilógicos sobre los cuales se sostienen. Ofendiendo al que le quede el zapato, la religión no es y nunca será excusa válida para odiar a alguien más, tampoco la política ni mucho menos la crianza así que escudarse detrás de ellas para evitar cuestionar es inútil.

La vida es más fácil cuando carece de cabeza para echarle a las cosas.

He ahí mis dos centavos en el asunto, pequeñas curiosidades del entretenimiento.
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miércoles, 28 de septiembre de 2016

Rompetormentas

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Una pequeña nada inacabada para salir de la rutina en la cual me he clavado con las últimas entradas. Tal vez algún día vuelva a ella para revisarla y, si el destino nos sonríe, acabarla.

edit 26/10/16: Fin.

...

Geryk Rompetormentas había vivido más de cincuenta veranos e inviernos, había visto caer más hombres ante su espada que soles en el horizonte y sembrado más miedo que grano para el pan.

Estaba listo para colgar su armadura, dedicarse al campo y a la mujer con la que quería despertar todas las mañanas, a los hijos que vio crecer desde lejos y al ganado que le daría sustento. Dejó su bélico legado en manos de su ahijado, entregando su escudo a futuras generaciones de valientes, y se acostó a dormir por tres días con sus noches.

Abrió sus ojos y, con su esposa al lado, comenzó una nueva vida igual de dura pero más tranquila.

Transcurriendo entonces diez años de leños cortados, huevos empollados, lana trasquilada y risas ante la hoguera. En ningún momento pensó en unirse a otra guerra, pues dar vida resultó ser más gratificante que quitarla, así fuese en pequeños gestos como ayudar a una yegua traer a su potrillo al mundo o plantar el árbol del cual comería cuando diera sus frutos.

Geryk era feliz.

Al menos, la mayoría del tiempo.

En sus sueños, un águila gritaba su nombre mientras planeaba sobre las montañas oscuras, dibujando un mapa en el cielo que lo guiaría a un reino cuyo nombre susurraban leyendas casi olvidadas. Geryk, ven por la gloria, levántate y anda, encuéntrame.

Tantos años oyendo al animal resultaron en su imaginación volando más alto que la parlanchina águila, ya que no había otra explicación para oír a sus ovejas repitiendo tales palabras.

Luego de descubrir que también escuchaba el susurrar de los labios de su caballo preferido, se acostó pensando en cómo le comentaría a su esposa de su situación. Tal vez visitasen al curandero del pueblo vecino, tal vez lo dejase emborracharse en la taberna más cercana. Alguna solución tenía que funcionar.

Derrochó cuanta moneda pudo hacia sanadores y posaderos pero no hubo brebaje o licor que calmara sus pesadillas. En algún punto, su esposa lo dejó seguir su camino solitario, negándose a soltar el anillo de oro con el cual se habían prometido. Ahogado en su delirio, Geryk no se dio cuenta de su abandono y le hablaba al espacio vacío, imaginando la voz de su mujer junto a las tantas otras que oía.

Durante su camino, conoció y reconoció figuras que lo acompañaron por cortos trechos de su travesía, nunca encontrándose una con otra y jamás manteniendo una misma dirección por más de tres días. Entre ellos, eran de recalcar Iranon, el príncipe mendigo en busca de Airá; el Don que luchaba contra molinos, junto a su escudero quejumbroso; y a su propio hijo.

Docenas de palomas le he mandado, padre, dijo el primero de su sangre a Geryk mirándolo con ojos que no eran ni suyos ni de su mujer. No eran ojos en absoluto, sino espejos donde podía reflejarse todo lo que veía excepto a sí mismo.

Es imposible, le respondió buscando inútilmente su reflejo, porque lo único que sobrevuela estas planicies es un águila que me habla más que tú.

Su hijo no emitió más palabras las noches restantes, desapareciendo a la tercera. Geryk continuó, ausente de sí mismo y sin hablarles a los viajeros que se encontró luego, cosa que no hizo falta pues con nadie más se cruzó. Ni en su escalada por las montañas nevadas, ni en su caminata por el desierto rojo. Ninguno de los ríos de los cuales bebió, ni por arriba ni por abajo, daban con poblados, solamente las ruinas de tiempos anteriores que decoraban el paisaje  le servían como señal de humanidad.

Tanto la barba como las uñas le crecieron, pero la caza mantenía estas últimas cortas y rotas. En la quinta primavera de su viaje, o tal vez la sexta ya que el tiempo no era de importancia para alguien que había dejado de vivir, amanecía todas las mañanas con trenzas y flores a lo largo de sus cabellos. El invierno que lo siguió, su caballo dejó de andar. Geryk, sin pesar alguno, le brindó una muerte veloz y se alimentó de su carne cruda.

Con las flores, las ropas y las barbas entintadas de un rojo que olvidaría lavar, alzó las manos hacia el cielo cuando el sol se levantó. El águila, que lo acompaña dependiendo de si Geryk la recordaba o no, se posó en sus manos huesudas para señalarle con su pico al norte.

Caminaría, entonces, cinco años más con el sol saliendo a su derecha y acostándose a su izquierda.  Perdió tanto sus cabellos como sus ropas pero no existía frío o calor que su cuerpo notase.  Ya cerrar los ojos le resultaba inútil, pues sus visiones llevaban mucho, mucho tiempo siendo su única compañía.

Que sus esfuerzos hayan tenido algún resultado o no, dependerá de alguien más, pues cuando se encontró frente a frente con unas magníficas puertas de oro y diamantes, con sonidos hermosos y olores suculentos, Geryk despertó.

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sábado, 17 de septiembre de 2016

Recomendación: Galavant

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Me encanta cómo dice allí arriba "libros, películas, videojuegos" y quién sabe qué más (porque qué fastidio enfocar la vista a otro lado) y básicamente he hablado solo de series de TV y películas con una que otra queja colada por allí. Ja.

Corrijamos eso hablando de otra serie más

Advertencia, la siguiente es una triste historia que tu corazón no podrá soportar. Porque es una serie que fue cancelada a causa de que nadie, excepto yo, la vio y lastimosamente no pude recaudar los fondos suficientes para pagar una tercera temporada a la productora.

Si ustedes invirtieran en mí, podría haberlo hecho pero no lo hicieron y nos quedamos con las manos sosteniendo las dos únicas temporadas que sacó Galavant.


El homónimo protagonista Galavant (Joshua Sasse) es un caballero que cayó de la cima de la gloria al perder a  Madalena (Mallory Jansen), su único amor verdadero, a manos del vil rey Richard (Timothy Omundson), y, con ayuda de su escudero Sid (Luke Youngblood) y la princesa del país vecino Isabella (Karen David), se embarca en una melodiosa aventura para reclamar su honor y su final feliz. 

Dos y dos son cuatro, no hay mayor ciencia hasta que se nos hace sabedores de que: primero, Madalena se fue quedó con el rey por voluntad propia y, segundo, que dicho rey tiene cautivos a los padres de Isabella, a la cual ha ordenado el traer a Galavant a su corte para ser ejecutado. Ah, y Richard es un completo algodón de azúcar cubierto con tornillos que deberían estar en su cabeza. 

Todo eso, a modo de varias canciones que no saldrán de tu cabeza sin importar cuánto lo intentes. A día de hoy todavía rebota en mi cerebro la infame intro.

Feliz primer episodio, damas y caballeros.


Hijos míos, saquen la licuadora porque es hora de una clase de cocina exprés:

2 tazas de Monty Python
4 cucharadas de Broadway
Una pizca de Tolkien, para darle ese genérico sabor
Mis sueños y esperanzas
2 cucharadas de guiones varios de Dreamworks
Y la check-list  de "todo lo que una imitación de Disney debe tener" que toda producción de fantasía barata cumple.

Licuan todo sin orden alguno, sacan el Monty, retiran el Python, colocan un extra de sarcasmo al gusto y si todavía no les parece suficientemente espeso, échenle más Broadway hasta que se rompan las aspas de la licuadora. Hay que hacer sacrificios de vez en cuando.

No me lo tomen a mal, Galavant me encantó (¡y demasiado!) de principio a fin pero una comedia fantástica musical no va a encontrar mucho lugar entre un público masivo que busca drama, realities o películas de Adam Sandler como forma aceptable de comedia. Para mí es un milagro que una serie como Mr. Robot haya sido tan aceptada como lo fue y tú y yo deberíamos estar viendo su segunda temporada, asumiendo que viste la primera como debiste haber hecho.

Volviendo al tema, si bien tengo una gran preferencia por el rey Richard y por el bufón, quedé muy pegada todos los personajes que aparecieron en pantalla. Me reí con todos los chistes que hicieron y canté casi todas las canciones que mostraron. Disfruté la serie de principio a fin y me hubiese gustado un mundo tener más de ella para pasar mis tardes. Mis agradecimientos a la cadena ABC por haberla emitido (y luego cancelado, bárbaros sin corazón), a Dan Fogelman y a Alan Menken por ser las mentes más prominentes detrás de todo.

Honestamente, esta entrada cae como una recomendación más para convencerte de verla y darle razones a la productora de crear más contenido para moi. Eso más el hecho de el que hayan abierto la segunda temporada con un número musical basado en It's raining men es algo que tu vida necesita ver para creer.

¡Aleluya!

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