sábado, 6 de febrero de 2016

Autores cicatrizantes

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Le damos la bienvenida al segundo mes de este 2016 y me disculpo por mencionar tanto el año, la desesperación que tengo de dejar el 2015 (y el 2014) es más que inmensa, más que masiva, más que colosal.

Pero dejemos eso de lado (por siempre) y hablemos de libros, uno de mis temas favoritos. En lugar de hacerles una recomendación el día de hoy, lo cual vendrá eventualmente, me gustaría que habláramos de géneros y autores. Más que todo de estos últimos.

No todos los que me podrán estar leyendo serán escritores, incluso dudo que el veinte por ciento lo sea, pero estimo (o aspiro a) que más de la mitad sean lectores como yo, y como todo ser humano tenemos nuestras preferencias, esas personas que cada vez que publican te hacen saber que tu próxima compra va a ser su última obra, que los días a seguir los pasarás pegado a sus palabras yendo en aventuras por mundos muy hermosos o muy horribles con los personajes que llevan años contigo o que tal vez acabes de conocer, ansioso por descubrir lo que viene a la vuelta de la página siguiente. 

De esos, tengo varios y cada día me alegro de encontrarme a alguien más para añadir a mi pelotón de escritores preferidos porque eso significa que nunca me quedaré sin nada que leer (un escenario de pesadilla).

Pero, pero, pero, perolito, vayamos un poco más allá, hasta el infinito.

Si podemos hablar de la gente que preferimos, podemos también hablar de la gente que nos ha marcado. Esos autores cuyo verbo deja en nuestra vida marcas imborrables, cuyo estilo se cuela entre nuestros dedos y le da nuevos matices a nuestros gestos, palabras y pensamientos. De pronto no todos sus lectores sean o quieran ser escritores como ellos pero ello no evita que se pueda evidenciar lo que han dejado atrás, en nosotros.

Yo, porque no puedo hablar por alguien más, tengo a tres seres que han marcado mi (muy precaria y deficiente) escritura y, aunque jamás he creído y jamás creeré que son los mejores escritores que el mundo ha leído, los cargo en una altamente elevada estima.

Primero, a mi infancia, J. K. Rowling, con su magia, con su crecimiento, con su simplicidad para narrar pero su complejidad al crear mundos en los cuales todavía deseo perderme, con sus personajes humanos, errantes, y valores.

Segundo, a mis horrores, Stephen King, con su exactitud, con su crueldad, con su eficiencia y eficacia, con su manera tan seca y cruda pero necesaria, con los sentimientos inesperados y la eterna lucha de la humanidad contra sí misma, pues no existe mayor enemigo.

Y tercero, a mi aspirada excelencia, Gabriel García Márquez, con su realismo mágico, siempre pintando la belleza en el mundo incluso en los más terroríficos escenarios, con sus miles de desgracias, con sus millones de historias entrelazadas y con sus universos inmensos que caben en la cabeza de un alfiler, con su humanidad multifacética, con su extensa gama de grises entre dos extremos que nunca existieron. Siempre querré ir más a Hogwarts que a Macondo pero esos cien años con él serán eternamente añorados.

Miles de gracias a esos tres sin los cuales yo no sería yo.

A los tres lo recomiendo y considero que lector que no haya leído Cien años de soledad no es lector. Puede que no guste, porque eso pasa y la vida sigue, pero hay que, gente, hay que leer.

Y a ti, ¿quién te marcó?
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