martes, 13 de diciembre de 2016

Sinsentido

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Aferrándose con toda la fuerza que sus años le permitían a los vestigios de una humanidad perdida, gritó.

Sus alaridos resonaron tanto en la oscura y vacía habitación como dentro de su pecho, creando una melodía desagradable junto al latir de su corazón. Era una sorpresa que, después de tanto tiempo, pudiese permitirse el lujo del sonido a pesar del estado en el cual se encontraba su garganta: desgarrada, desgastada, incapaz de soportar el paso de cualquier tipo de alimento (no importaba, si pudiese su estómago lo devolvería de todas formas).

La muerte era inminente, en especial la suya, y no estaba clamando por ayuda.

Se preguntaba por qué tardaba tanto. Por qué. Por qué. ¿Por qué no llegaba la Parca a pesar de que tanto la llamara?

Manos repletas de sangre ajena y una historia llena de lágrimas que causó era todo lo que le quedaba, además de las cadenas que mantenían su cuerpo firmemente sujeto a la pared.

Había estado tanto tiempo así que a veces creía haber vivido toda su vida en la pared, su pared, dejando los colores, los sabores, la realidad misma, como ilusiones de su mente cruel. Invenciones de su roto espíritu. Otras veces creía que nunca había vivido y, por ende, no podría morir.

Esas veces lloraba horas y horas, días y días. Tal vez solamente minutos. Sin ventanas ni relojes se quedaba sin manera de saber.

Luego, simplemente volvía a gritar.
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2 comentarios:

  1. Hola! Lo has escrito tu? Me ha encantado, aunque es bastante triste...

    Un abrazo y feliz año nuevo desde www.lacajadej.blogspot.com

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    1. ¡Hola! Qué alegría verte vivo por acá.

      Sí, éste y varios otros (bajo el tag de escritos o la pestaña de historias) los he hecho yo. Juro solemnemente que no todo lo que hago es triste. Lo juro.

      Hace días que no leo tu blog, me pasaré por él para leer algo bueno comenzando el año. ¡Saludos!

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