Les dejo los primeros párrafos de un texto que va para algunos lados, luego a otros y mucho después del desvío es que se acuerda hacia dónde ir. Lo he titulado Barbazul por los momentos, y aquellos familiarizados con el cuento de Barba Azul podrán intuir cuál terminará siendo el tono (o a cuál aspiro).
Barbazul
Soledad se enteró de la existencia de su tío abuelo segundo, Narciso Augusto, cuando la llamaron de la Oficina de Sucesiones. Le dieron el más sentido pésame a una desconocida por el fallecimiento de otro desconocido y le informaron de su recién adquirida propiedad: una casona colonial a media hora de la ciudad, la única herencia que el difunto dejó. Sintió un nudo en la garganta, dos en el estómago y otros más a lo largo del intestino debido a la incómoda visión que era su nombre completo escrito en el puño y letra del escribano que había confeccionado el testamento de Narciso hacía veinticinco años, cuando Soledad apenas tenía nueve primaveras ya pasadas.