Estoy leyendo
Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino, por el
bienaventurado amigo
Julio Verne, para
mi club de lectura, pues fue
elegido como el libro del mes. Estoy bastante inmersa, y no es
chiste, en la narrativa más allá de la infinidad de paisajes
descritos por el profesor Aronnax durante su cautiverio debido a una
cosa que explicaré luego de darles una idea general de lo que trata
del libro.
Menciono ahora que recomiendo la lectura previa del libro en
cuestión, o conocimiento de su trama, antes de continuar leyendo
esta entrada de blog.
El ilustre profesor y biólogo marino Aronnax, su sirviente Conseil
y el agresivo pescador canadiense Ned Land han sido secuestrador por
el extraño y bastante asocial capitán Nemo en su nave submarina
llamada Nautilus. Unos disfrutan más que otros el hecho de estar
explorando los confines de los océanos, especialmente Aronnax quien
se vuelve “prisionero de honor” debido a su fama académica
producto a prublicaciones relacionadas a los ambientes a explorar.
Es decir, un nerd fan del mar se junta con otro nerd todavía más
fan del mar. Esto resulta en, y ténganme paciencia, un mejor
recuento de la Bella y la Bestia que el noventa y nueve de los
recuentos recientemente publicados como obras young adult.
Hace poco leí
Una Maldición Oscura y Solitaria, de
Brigid Kemmerer, que es un recuento
de la famosa historia antes mencionada y
al cual le di dos de cinco estrellas en Goodreads por, encima de todas las cosas, ser aburrido.
Veinte Mil Leguas, que si bien no busca ser lo que estoy proponiendo
ahora mismo, cumple un mejor trabajo por no limitarse a tener los
elementos básicos para que la fórmula funcione, sino que entretiene
ofreciendo escenarios de extremado detalle para colocar a los
protagonistas en muy pintorescas escenas que soportan positivamente
el desarrollo entre ellos.
Entonces, tenemos una bella (más cercana a la de Disney que
a la de Perrault) en el bastante interesado Aronnax, quien llega a
desear quedarse por su conexión más que científica al mundo
submarino, y una bestia en Nemo, aislado por propia voluntad
de la sociedad que lo ha supuestamente rechazado y quien poco a poco
se abre al profesor que comparte su pasión. También tenemos el
secuestro de uno al otro, la unión en pos al conocimiento donde
tanto la Bestia como Nemo ofrecen acceso a sus bibliotecas como punto
de partida y la siempre creciente empatía mutua que crece entre
ellos.
No estoy diciendo que la conclusión a sacar sea una de tono
romántica, y tampoco no lo estoy diciendo, simplemente quería
tirarle esta idea a alguien. También quería chillar con respecto a
momentos como Nemo teniendo una cita con Aronnax en Atlantis, o
diciéndole que van a descubrir juntos el Polo Sur. Se hizo el
suficiente énfasis en “juntos” como para levantar más de una
ceja. Además, las varias discusiones que tiene de la noche a la
madrugada o la manera en la que Nemo queda encantado de conversar con
un igual que puede seguir, y hasta cambiar el rumbo, de sus hilos de
pensamiento.
Acoto que también se puede encontrar en la narrativa a un elemento
de cierta notoriedad antagónica, pues el previamente mencionado
canadiense Ned y su inmenso pero entendible disgusto por la situación
funcionan como un obstáculo para el alcance de una resolución
óptima en cuanto a la relación entre profesor y capitán, aunque no
esté enmarcado como competidor romántico como lo estuvo Gastón.
En resumidas cuentas, leí un mal libro que me frustró con su
mediocridad y luego leí un buen libro que me causó una respuesta
emocional potenciada por la previa frustración no solamente ante Una
Maldición Oscura y Solitaria, sino a la tan positiva recepción del
mismo cuando a mí me disgustó. Necesito descargarme.
i’m salty