domingo, 8 de septiembre de 2019

Veinte mil leguas de bellas y bestias

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Estoy leyendo Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino, por el bienaventurado amigo Julio Verne, para mi club de lectura, pues fue elegido como el libro del mes. Estoy bastante inmersa, y no es chiste, en la narrativa más allá de la infinidad de paisajes descritos por el profesor Aronnax durante su cautiverio debido a una cosa que explicaré luego de darles una idea general de lo que trata del libro.

Menciono ahora que recomiendo la lectura previa del libro en cuestión, o conocimiento de su trama, antes de continuar leyendo esta entrada de blog.

El ilustre profesor y biólogo marino Aronnax, su sirviente Conseil y el agresivo pescador canadiense Ned Land han sido secuestrador por el extraño y bastante asocial capitán Nemo en su nave submarina llamada Nautilus. Unos disfrutan más que otros el hecho de estar explorando los confines de los océanos, especialmente Aronnax quien se vuelve “prisionero de honor” debido a su fama académica producto a prublicaciones relacionadas a los ambientes a explorar.

Es decir, un nerd fan del mar se junta con otro nerd todavía más fan del mar. Esto resulta en, y ténganme paciencia, un mejor recuento de la Bella y la Bestia que el noventa y nueve de los recuentos recientemente publicados como obras young adult.

Hace poco leí Una Maldición Oscura y Solitaria, de Brigid Kemmerer, que es un recuento de la famosa historia antes mencionada y al cual le di dos de cinco estrellas en Goodreads por, encima de todas las cosas, ser aburrido. Veinte Mil Leguas, que si bien no busca ser lo que estoy proponiendo ahora mismo, cumple un mejor trabajo por no limitarse a tener los elementos básicos para que la fórmula funcione, sino que entretiene ofreciendo escenarios de extremado detalle para colocar a los protagonistas en muy pintorescas escenas que soportan positivamente el desarrollo entre ellos.

Entonces, tenemos una bella (más cercana a la de Disney que a la de Perrault) en el bastante interesado Aronnax, quien llega a desear quedarse por su conexión más que científica al mundo submarino, y una bestia en Nemo, aislado por propia voluntad de la sociedad que lo ha supuestamente rechazado y quien poco a poco se abre al profesor que comparte su pasión. También tenemos el secuestro de uno al otro, la unión en pos al conocimiento donde tanto la Bestia como Nemo ofrecen acceso a sus bibliotecas como punto de partida y la siempre creciente empatía mutua que crece entre ellos.

No estoy diciendo que la conclusión a sacar sea una de tono romántica, y tampoco no lo estoy diciendo, simplemente quería tirarle esta idea a alguien. También quería chillar con respecto a momentos como Nemo teniendo una cita con Aronnax en Atlantis, o diciéndole que van a descubrir juntos el Polo Sur. Se hizo el suficiente énfasis en “juntos” como para levantar más de una ceja. Además, las varias discusiones que tiene de la noche a la madrugada o la manera en la que Nemo queda encantado de conversar con un igual que puede seguir, y hasta cambiar el rumbo, de sus hilos de pensamiento.

Acoto que también se puede encontrar en la narrativa a un elemento de cierta notoriedad antagónica, pues el previamente mencionado canadiense Ned y su inmenso pero entendible disgusto por la situación funcionan como un obstáculo para el alcance de una resolución óptima en cuanto a la relación entre profesor y capitán, aunque no esté enmarcado como competidor romántico como lo estuvo Gastón.

En resumidas cuentas, leí un mal libro que me frustró con su mediocridad y luego leí un buen libro que me causó una respuesta emocional potenciada por la previa frustración no solamente ante Una Maldición Oscura y Solitaria, sino a la tan positiva recepción del mismo cuando a mí me disgustó. Necesito descargarme.

i’m salty
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